miércoles, 5 de noviembre de 2008

Misterio

Si tu alma pura es un broche

que para abrirse a la vida

quiere la calma adormecida

de las sombras de la noche;



si buscas como un abrigo

lo más tranquilo y espeso,

para que tu alma y tu beso

se encuentren sólo conmigo;



y si temiendo en tus huellas

testigos de tus amores,

no quieres ver más que flores,

más que montañas y estrellas;



yo sé muchas grutas, y una

donde podrás en tu anhelo,

ver un pedazo de cielo

cuando aparezca la luna.



Donde a tu tímido oído

no llegarán otros sones

que las tranquilas canciones

de algún ruiseñor perdido.



Donde a tu mágico acento

y estremecido y de hinojos,

veré abrirse ante mis ojos

los mundos del sentimiento.



Y donde tu alma y la mía,

como una sola estrechadas,

se adormirán embriagdas

de amor y melancolía.



Ven a esta gruta y en ella

yo te daré mis desvelos,

hasta que se hunda en los cielos

la luz de la última estrella.



Y antes que el ave temprana

su alegre vuelo levante,

y entre los álamos cante

la vuelta de la mañana,



yo te volveré al abrigo

de tu estancia encantadora,

donde el recuerdo de esa hora

vendrás a soñar conmigo...



Mientras que yo en el exceso

de la pasión que me inspiras

iré a soñar que me miras,

e iré a soñar que te beso.

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